La pobreza de tiempo: una forma de desigualdad de género.

En nuestra sociedad, la desigualdad de género no solo se refleja en diferencias salariales o en el acceso a la educación, sino también en cómo se distribuye el tiempo entre hombres y mujeres. La llamada pobreza de tiempo se refiere a la escasez de horas disponibles para realizar actividades personales, de cuidado o de ocio, y afecta de manera desproporcionada a las mujeres.

¿Qué es la pobreza de tiempo?
Es la situación en la que una persona no dispone de suficiente tiempo para cubrir sus necesidades básicas, descansar o dedicarse a actividades que le aporten bienestar. Para muchas mujeres, esta pobreza de tiempo se traduce en largas jornadas de trabajo, tanto remunerado como no remunerado, como el cuidado de hijos, familiares mayores o tareas domésticas, que muchas veces no son reconocidas ni valoradas socialmente.

¿Por qué es una forma de desigualdad de género?
Porque las mujeres suelen asumir una mayor carga de tareas no remuneradas, lo que limita su tiempo para la educación, el ocio, el descanso o el desarrollo personal. Esto perpetúa ciclos de desigualdad, afectando su salud, su participación en la vida pública y su autonomía económica.

Ideas para combatir la pobreza de tiempo y reducir la desigualdad de género:

Políticas públicas de apoyo.

En el Proyecto DIGECP, trabajamos junto a municipios para transformar esta realidad. ¿Cómo? Impulsando políticas públicas que reconozcan y redistribuyan los tiempos de vida, desde un enfoque de género interseccional y con compromiso institucional real.

Promover la redistribución del trabajo doméstico y de cuidado.
Fomentar que hombres y mujeres compartan de manera equitativa las tareas del hogar y el cuidado familiar, mediante campañas de sensibilización y programas educativos.

Flexibilidad laboral.
Impulsar horarios flexibles y modalidades de trabajo remoto, permitiendo a las personas gestionar mejor su tiempo y reducir la carga de tareas no remuneradas.

Reconocimiento social y económico del trabajo no remunerado.
Valorar y medir el trabajo doméstico y de cuidado en las estadísticas nacionales, para visibilizar su importancia y promover políticas que lo apoyen.

Educación y sensibilización.
Incluir en los programas escolares y campañas públicas la importancia de la igualdad en la distribución del tiempo y las tareas del hogar.

En conclusión, la pobreza de tiempo es una forma silenciosa pero poderosa de desigualdad de género que limita las oportunidades y el bienestar de muchas mujeres. Abordarla requiere un compromiso conjunto de gobiernos, comunidades y familias para crear una sociedad más justa, equitativa y con mayor calidad de vida para todos.

¿Te gustaría conocer más sobre el Proyecto DIGECP por la Igualdad de Género de Ciudades y Pueblos, dirigido a gobiernos locales y cofinanciado por la Comisión Europea?

📩Solicita información en premsa@forgenderseal.org